domingo, 9 de agosto de 2015

Tragedia atómica

¡Hola a tod@s! Hace unos meses dedicaba una entrada a una efeméride sobre el mismo conflicto. Esta semana se conmemora el 70 aniversario del lanzamiento de las bombas en Hiroshima y Nagasaki, acto que precipitó el final definitivo de la Segunda Guerra Mundial y a su vez el inicio de la Guerra Fría y la paranoia nuclear que en cierto sentido llega hasta nuestros días. Es difícil comprender el alcance de hechos como el que hoy nos ocupa. Podemos cuantificar casi cualquier cosa, el numero de muertos, el numero de supervivientes, el numero de afectados por la radiación, la superficie afectada o -lo mas curioso para mi- el periodo que durara contaminación radioactiva, decenas o centenares de miles de años. Lo que no podemos calcular es el grado de temeridad, de irresponsabilidad y de insensatez que tuvieron las personas que tomaron la decisión de lanzar las bombas nucleares pues desconocían completamente el riego que asumían ya que no conocían ni su alcance ni su potencia. Es decir que paso lo que paso en lugar de acabar con el planeta o no suceder nada por una simple cuestión de suerte. Tal era esa incertidumbre que tras el fin de la guerra empezó una absurda carrera por diseñar la bomba definitiva, aquella que fuera capax de arrasar con todo. Mas de 30 años, cantidades ingentes de recursos, millones de muertos y miles de pruebas secretas que han dejado inerte una pequeña parte de nuestro planeta... Y solo ese miedo que no se tuvo en 1945 es lo que ha retenido -seguramente a las mismas personas- de no usarlas. En definitiva, uno de los hechos mas espeluznantes de la guerra no solo no sirvió para aprender de nuestro errores sino que derivo en una eterna paranoia que aflora cada cierto tiempo, en la que todos, esta vez completamente todos, tenemos que perder y solo nos queda la esperanza de que a dia de hoy ningún loco suicida tiene a mano el botón rojo. Y mientras en unas remotas islas de Japón, que bien merecían ser un paraíso, sufren las consecuencias de una guerra que no conocienron con el agravante de saber que sus hijos y los hijos de sus hijos seguirán sometidos a una maldición de la que son inocentes y no pueden escapar. ¡Hasta pronto!

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